45°. The crazy cat lady
La escena fue así: mientras esperaba en la
puerta de la milonga a que llegara mi amiga Carina, me puse a acariciar a un
gato que había ahí. Era del lugar, un bicho grandote, blanco y negro. Hermoso. Lo
llamé y se vino al humo a buscar mimos. El hombre que vendía las entradas en la puerta me
dijo: se ve que le gustaste.
Debe haber intuido
que me gustan los gatos - respondí.
Entonces, un amigo de este hombre que estaba acodado a la taquilla rápidamente me preguntó:
“¿Cuántos tenés?”
¡CUANTOS!???
Eso es maldad, señores. Lisa y llana.
Maldad pura. Porque en su voz había ironía. Lo juro. Lo miré seria y respondí: “solo
uno. Una, mi gata”. No le dije el nombre de mi gata porque entonces sí empezás
a parecer pirucha. Me enojó la viveza del caballero, que quiso hacer pasar por
comentario inocente una burla solapada, pero después me reí. Me vi a mi misma
en los ojos de este tipo, rodeada de 18, 45 gatos y aun soltera... y largué la
carcajada. ¡Soy “la señora loca de los gatos” "the crazy cat lady"! ¿Y si lo soy, qué? ¡Feliz llena
de pelos de gato! Cuando se lo conté a Carina y a sus amigas en la mesa de la
milonga, también se rieron. Reírse sigue siendo la mejor medicina.