14°. Bitácora de viaje Día 2: Cuando calienta el sol

Primera Parte

Amigos, el tiempo no mejora. Pero aun así, y aprovechando que por 5 minutos dejó de llover, salí a dar la vuelta al perro por el parque del spa. Me topé con un charco de agua y tres palmeras, que en la webpage estaba descrito como playa. En este espejo de agua nadan cinco carpas en fila india. Así de grande es. Y como el avistaje de aves se redujo a un par de palomas sobrealimentadas, (lo que me hizo confundirlas a primera vista con caranchos), me puse a jugar con los perros. Eso siempre es divertido.
Descubrí que el spa tiene un metegol, una mesa de pool, una de pingpong, backgammon, ajedrez, pictionary y damas. Lástima que mi comensal silencioso desapareció sin dejar rastro. ¿Ahora con quién juego a las bolitas?
Como habrán deducido, me cuesta desenchufarme y me aburro un poco. Ya me leí varios capítulos del libro que traje y también le exigí a mi jefa que me mandara laburo. Sí, ya sé, vine a relajarme...
Y para eso, hoy tengo a las 11.00 una sesión de masaje relajante y a las 18.00 otra de masaje con piedras calientes. Espero que no me pidan usar otra vez la bella ropa interior descartable que me puse para lo del barro. ¡Era como una bombacha de goma para bebés gigantes! Qué imagen la mía, toda llena de barro y con ese bombachón…


Segunda Parte

Amigos, por la tarde, luego de mucha lluvia, salió el sol en Lobos y la naturaleza se puso a hacer bochinche. Los pájaros salieron a festejar, en parejas obviamente ¡como todo en este lugar!
Vi, además de los palomos sobrealimentados, unos horneros, unas cuantas aves acuáticas (que vaya a saber una cómo se llaman), una especie de águilas chiquitas o lechuzas grandes, gorriones cachuditos, ¡de todo! El aire puro, perfumado de jazmines, traía el mugido de las vacas, los gritos de los gallos, el ladrido de los perros. ¡Todo por el sol! Una tarde espectacular, rematada por un profesional masaje de piedras calientes…
Qué piedras, amigos. El chico que me hizo el tratamiento tenía unos ojazos azules, tatuaje tribal en el bíceps izquierdo y el cabello largo, castaño, atado elegantemente en una colita. Demás está decirles que tuve ganas de sugerirle: ¡Largá las piedras! Pero no, una es una dama después de todo. Y el masaje en sí mismo (más allá de las buenas piedras del muchacho) estuvo buenísimo. ¡Muy recomendable!
A la noche reapareció el chico que estaba solo, pero ya no estaba solo sino con su papá y un tío. Así que oficialmente puedo asegurar que soy la única sola en este lugar. ¡Me la paso leyendo y comiendo muuucho marquise de chocolate!

Les mando un beso, Paula “piedras calientes” Bianco.

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