13°. Bitácora de viaje Día 1: ¡Era mole poblano!

Queridos míos, estoy en un spa, a ver si así me calmo un poco y recargo baterías. Cuando llegué, llovía a cántaros y caían rayos y centellas. Pasadas varias horas, la cosa no mejora. Y el spa tampoco. Pero me consuela pensar que podría ser peor. Por suerte, pude cambiar la habitación 23 por la 24. La 23 me dio alergia. Sí, ya sé, vine a relajarme…
Hice tripa corazón, control mental para calmar mi fobia a los gérmenes, a las bacterias, a los hongos y a todo lo viscoso, y me lancé valiente a la terapia con fango. ¡Que más que fango parecía mole poblano! Le habían puesto chocolate al barro. La pasta no llegó nunca a secarse. Así que ahí estaba yo, jugando sola al tatetí sobre mi muslo derecho embarrado, hasta que no aguanté más y le supliqué a la señorita que me lo quitara lo más rápido posible. Luego, me metí en un baño romano, muy lindo, todo de venecitas, agua y espuma. Eso sí que estuvo bueno. Muy relajadita, me fui pa’ la alberca cubierta, toda de vidrio, que permitía ver el entorno natural siendo azotado por la furia del temporal. Fue ahí que me di cuenta, haciendo chapa-chapa en la pileta: ¡está lleno de parejas! ¡Lleno! Excepto por cuatro cincuentonas parlanchinas. Luego de nadar graciosamente a lo Esther Williams unos largos en un agua como para blanquear petróleo, me fui a almorzar. Estaba con el menú en mis manos cuando se sentó él. El único hombre solo en todo este lugar. Aunque no era mi plan, no le voy a andar discutiendo al destino, ¿no?
Se sentó frente a mí, en la mesa contigua. Yo estaba parapetada: celular, libro, cuaderno de notas y mis braquets con espinaca. El joven, curiosamente, ordenó lo mismo que yo. Hasta la bebida. Y la moza tuvo la inocente sincronía de traernos los platos al mismo tiempo. ¡Esta escena va a parar a mi próximo guión! Sí, ya sé, vine a relajarme... Es que la música no me lo permite. Tienen un solo CD de música new age y lo repiten y lo repiten. ¡Si me ponen uno de Arjona, ahí sí que me voy a la mierda!
Fuera de broma, la estoy pasando bomba. Me cuesta cambiar mis rutinas obsesivas, pero lo vamos logrando. Ya lo del barro, para mí, fue una rotunda victoria. ¡Los tendré informados!
Besos, Paula “la mole humana” Bianco


Entradas populares