30°. Un helicóptero en el sótano

Me miré al espejo y recordé a mi psicóloga: estoy construyendo un helicóptero en el sótano.
Un día, un paciente le fue con la genial idea de armar un helicóptero en el sótano de su casa. Tardó meses pero finalmente lo terminó, incluida la hélice. El problema fue sacarlo. Nunca pudo. No cabía por la puerta. El paciente le reclamó a mi terapeuta, si sabías que me estaba mandando una cagada, por qué no me lo advertiste. Y ella le respondió: porque sino no hubieras aprendido. Tal vez esta historia sea como una leyenda urbana en terapia y todos los psicólogos la cuenten como que les pasó a ellos…
No importa, el caso es que me acordé de eso, mirándome al espejo, mientras me lavaba los dientes… Me dije, estás armando “eso” otra vez y sabés que no va a funcionar. ¿Para qué insistir? Mejor cortar la historia a tiempo, antes de que crezca, antes de que eso que se presiente se vuelva un sentimiento o algo parecido. Ya bailé este baile mil veces, con puros fantasmas, tipos que no estaban disponibles, emocional o literalmente. Porque no querían pareja o porque ya tenían una. 
¿Entonces qué hago acá, enroscada otra vez en un rollo que ya conozco? Si sigo viéndolo, me voy a terminar enganchando. Aunque no sea el amor de mi vida, aunque le meta mil peros, cuando hay buena química, cuando hay cucharita, cuando hay charlas, risas y etc, yo y el 90% de las mujeres, nos enganchamos. Y aunque la paso bien, sé que en un futuro la voy a pasar mal.
He aquí la encrucijada. ¿Qué hacer? Una amiga me dijo que intentara estar en paz con la decisión que fuera a tomar. En paz…

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